Aprehender el vacío y los recuerdos

Escultura, instalación y fotografía. Rachel Whiteread.

Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 26 de agosto de 2007.

Formada en la Universidad Politécnica de Brighton y en la Slade School of Fine Arts de su ciudad natal, Rachel Whiteread (Londres, 1963) pertenece  a la generación de jóvenes artistas británicos dados a conocer a principios de los noventa, aunque sus trabajos de finales de los ochenta, que es de cuando arranca la retrospectiva de Málaga, ya llamaron la atención de un curator tan influyente como Rachel Whiteread. "Untitled (Room 101)". 2003. 300 x 500 x 643 cm. Harald Szeemann, quien la incluyó en la exposición-manifiesto Einleuchten, celebrada en Hamburgo a finales de 1989, y en la que confrontaba el trabajo de artistas reconocidos internacionalmente con el de creadores aparecidos en los ochenta.  Precisamente entre aquellos artistas consagrados se encontraba Bruce Nauman, uno de los creadores más versátiles, originales y prolíficos de la posvanguardia, que ha hecho aportaciones decisivas al posminimalismo, «body art» y arte conceptual. De Nauman es una obra que ha influido de modo determinante en Whiteread: A Cast of the Space Ander My Chair, de 1965-68, una escultura hecha con hormigón que era el vaciado del espacio existente bajo una silla, de tal modo que, como ha indicado Mario Codognato, hacía tangible lo invisible.

Este es el concepto sobre el que va a crear sus esculturas Rachel Whiteread, pero en su caso ese vaciado, bien sea del espacio que hay debajo de una silla, del interior de una habitación o del espacio interno de toda una casa, trata de simbolizar metafóricamente el conjunto de sentimientos y vivencias de los seres humanos que han compartido y vivido en esos lugares, como si pretendiese aprehender lo inaprensible, dejando al mismo tiempo constancia de las huellas de la comunicación humana, del trasiego continuo de los individuos interconectándose entre sí, construyendo en definitiva sus existencias. Lo más hermoso de su trabajo, sin embargo, es la presencia constante de los recuerdos, pues en todas sus obras  lo que en realidad late como un palpitar auténtico y autobiográfico son recuerdos y añoranzas de su infancia y adolescencia, aquellos lugares en los que transcurrió su vida, a pesar de que a veces la autora quiera también rememorar vidas de otros, o hacernos reflexionar sobre la existencia silenciosa de los objetos, bien sea una puerta, una bañera o un colchón.

El trabajo de Whiteread, tan sutil y conceptual al mismo tiempo, tan reflexivo e íntimo, tan lleno de melancolía y de refinamiento poético, concede una decisiva importancia a los materiales, especialmente al yeso, pero también a la madera, la formica, el bronce, la resina, hierro, goma y neopreno. Las cualidades táctiles de sus esculturas se multiplican por efecto de la presencia del detalle, que sobresale en medio de una nítida pureza de formas. Whiteread ha vaciado el espacio de los recuerdos y le ha dado consistencia sólida, tratando así de conceder permanencia a lo evanescente. De la extraordinaria calidad de sus primeros trabajos, como Yellow Leaf, de 1989, pasa a un mayor interés por lo arquitectónico, como puede apreciarse en Untitled Room 101, de 1990, una obra plena de monumentalidad que encierra todo un mundo de vivencias familiares en su hermético interior, mientras que en la actualidad se preocupa más por el concepto de instalación, según podemos apreciar en Village, una obra inacabada que está siendo construida a base de casas de muñecas y en la que es esencial la perspectiva, pieza que remite directamente a los alrededores de Londres que conoció en su infancia.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 15 de junio de 2007