La imposibilidad de la representación

 

Pintura, escultura y dibujo. Pablo Picasso. Musas y modelos.

Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Hasta el 28 de febrero de 2007.

 

Procedentes de la excelente colección que perteneció a la última compañera de Picasso, Jacqueline Roque, las piezas que conforman esta magnífica exposición tratan de dar cuenta de la extraordinaria importancia que en la carrera del artista, y por supuesto en su Pablo Picasso. "Jacqueline con las piernas replegadas". 5 de octubre de 1954. Óleo y carboncillo sobre lienzo. 92 x 73 cm. Colección particular. © VEGAP, 2006 - Succession Picasso, París.evolución estilística, tuvieron las numerosas mujeres que amó y con las que mantuvo íntima relación, tormentosa en algunos casos, apacible en otros, pero siempre estimulante para el desarrollo de su arte y el concepto que él tenía o, más bien, iba configurando acerca de la pintura. Porque, si hay un tema artístico que obsesione e inquiete a Picasso a lo largo de toda su vida, es el de la compleja, polisémica y excitante relación entre el pintor y la modelo, un tema con el que Picasso no sólo está delimitando el territorio que le pertenece como pintor y como amante, sino, más importante aún, un tema que plantea en el fondo, como con envidiable agudeza ha señalado Estrella de Diego, la posibilidad o imposibilidad de representar, de representarse, en definitiva, de la pura representación. Toda esta sutil y complejísima cuestión, en última instancia, a quien verdaderamente remite es a Velázquez y a su cuadro de Las Meninas, una obra que, bien inspirándose en ella, bien negándola, está presente en Picasso desde Las señoritas de Avignon, ya que, junto a aquella posibilidad, también hay que considerar la representación misma del espacio, el espacio del cuadro y el espacio del espectador. ¿No será que, al representar Picasso, una y otra vez, tan insistentemente, a esas mujeres que compartieron su vida y fueron sus modelos, esté intentando, sin conseguirlo, representarse a sí mismo? Muchas veces se ha señalado la actitud activa, viril, del pintor, y la actitud pasiva de la modelo. La crítica feminista ha sido la más incisiva en analizarlo. La contemplación del cuerpo femenino desnudo por parte del pintor en esa serie de cuadros con el tema del pintor y la modelo, es también una forma de poseerlo. Como en tantas otras cosas en relación a la pintura, Picasso ha sido, además, el último gran artista en abordar con un carácter esencial en su obra esa temática.

La muestra reúne un mínimo de ocho o diez piezas absolutamente memorables, que bastarían por sí solas para una detenida y placentera visita. Entre todas, quizá, el maravilloso Retrato de Jacqueline en una mecedora con pañuelo negro, un cuadro del que se puede extraer un sabroso jugo si se le compara con la fotografía de Edward Quinn en la que se ve al propio Picasso sentado y a Jacqueline detrás, abrazándolo, vestida con ese mismo atuendo, contemplando el mismo cuadro, ya terminado, en La Californie. Y, una vez más, se acuerda uno del Retrato de Gertrude Stein, es decir, del hecho decisivo de que Picasso no pintaba a sus modelos del natural, sino que las pintaba de memoria. Puro concepto. Delicioso ese otro en el que Jacqueline está sentada con las piernas entrecruzadas encima de una mecedora, en el que asombra su increíble libertad, ejemplificada en que sólo ha representado cuatro dedos en cada pie, pero eso no importa en absoluto, al revés, se nos muestra como algo perfectamente natural. Pero si se quiere comprobar la inagotable capacidad de Picasso para, con los mínimos elementos, conseguir un máximo de expresión, para aprovechar cualquier objeto encontrado o abandonado, repárese en el encantador Retrato de Jacqueline en el que pega a modo de vestido un trozo recortado de papel de regalo y coloca el mismo lazo dorado auténtico en el escote de la modelo. Imposible más sentido plástico de la forma. Señora Z, un retrato enigmático de Jacqueline como una esfinge dominado por las líneas y los contornos, y la exquisitamente modelada cabeza en bronce de Dora Maar, son otras dos piezas maestras.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de diciembre de 2006