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La desinhibición pictórica de Francisco Peinado Pintura. Francisco Peinado. La ruta del oro. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 21 de noviembre de 2009.
En los últimos ocho
o nueve años esta es la tercera vez que Francisco Peinado (Málaga, 1941) hace
una exposición individual con un hilo conductor temático, en esta ocasión la
crisis económica que nos azota y que él aborda bajo el título entresacado del
western estadounidense La ruta del oro. En 2003 fue Imagen de
guerra y en 2006 King Kong y sus muñecas, ambas en el Museo Municipal
Su mundo, para empezar, es inconfundible, entre expresionista, grotesco, irónico, surreal y absurdo. Muchas veces con un fondo de humor ácido que lo atraviesa todo. Pero al final siempre se impone la visión personal, una visión que se nutre de la peculiar lectura que Peinado hace de la realidad, una vez que ésta es filtrada por su complejo emocional y anímico. En un texto reciente, aún no publicado, sugiero que la obra de Peinado es de las pocas que conozco en la actualidad que se prestan inmejorablemente a un análisis metodológico de psicoanálisis del arte. Desgraciadamente no tenemos hoy un Ernest Jones que pueda hacerlo. Asimismo, llama la atención la vuelta de Peinado en esta muestra a cierta gama cromática empleada por él en los setenta, especialmente los rojos y los ocres. Su libertad pictórica no es que permanezca intacta, es que constituye su razón de ser como artista. Lo mismo realiza una obra con un grafismo enmarañado, con imágenes superpuestas que parecen retrotraerse al pintor de la cueva de Trois-Frères, que hace otra plena de pastosidad matérica, con figuras delirantes que parecen extraídas de las profundidades del subconsciente de un loco, que pinta cuadros casi por entero abstractos, sin referencias visibles con el mundo tangible.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 9 de octubre de 2009
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