|
Interpretación poética de los sueños Dibujo. Benjamín Palencia. Casa Fuerte de Bezmiliana. Rincón de la Victoria (Málaga). Avda. del Mediterráneo, 149. Hasta el 3 de junio de 2007.
El acercamiento de Benjamín Palencia (Barrax, Albacete, 1894 – Madrid, 1980) a la vanguardia se produce en torno a 1923, el año en que se produce el golpe de Estado del general Primo de Rivera. Ese año realiza las ilustraciones del libro Niños, con textos de Juan Ramón Jiménez. Al año siguiente conoce a Lorca, Dalí, Bores, Ucelay, Pancho Cossío y Alberto Sánchez, y en 1925 participa en la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos en el Retiro madrileño, punto de partida oficial del llamado Arte Nuevo en España. Es el mismo año en que Ortega publica su famoso ensayo La deshumanización del arte, donde hace una doble apreciación significativa: la primera, que, desde el punto de vista sociológico, lo característico del arte nuevo es que divide al público entre los que lo entienden y los que no lo entienden; y la segunda, que en el arte nuevo el objeto artístico sólo es artístico en la medida en que no es real, y que el arte nuevo es un arte artístico. La obra de Palencia expuesta en 1925 se integraba de lleno en el apartado renovador y gozó de una crítica favorable. Entre 1925 y 1927 está en París, donde entra en contacto con Picasso, Miró y otros creadores de la vanguardia histórica. Es entonces, poco después de su regreso de Francia, cuando, a partir de unas excursiones con el escultor Alberto Sánchez, funda la Escuela de Vallecas, a la que más tarde se sumarían Maruja Mallo, Alberti y Díaz Caneja. El crítico Juan Manuel Bonet se ha referido a la obra de Palencia de esa época como una síntesis entre surrealismo, constructivismo (a partir de la influencia de Joaquín Torres García) y paisaje castellano. Los treinta dibujos propiedad de la Banca March que ahora se exhiben en Bezmiliana, corresponden al comienzo del decenio de los años treinta, después de un fugaz viaje a Italia. Estos dibujos sobre papel, con la figura humana como protagonista, se caracterizan por sus gruesos trazos negros perfilando los contornos, en los que se encierra el color, pero sobre todo por el arcaísmo y primitivismo de las formas, una especie de fusión entre el arte primitivo y las propuestas surrealistas, aunque también hay referencias al mundo infantil. El propio Benjamín Palencia, comentándolos, dirá: «Yo interpreto poéticamente, rayando en el papel mis sueños, mis emociones, como un niño que no sabe dibujar, pero sus imágenes rayadas están cargadas de sensibilidad y poesía. Lo principal es tener luz en el corazón, para que todo esté en su sitio poéticamente limpio, diciendo con pureza todo lo que se tiene que decir plásticamente». No es posible expresar con mayor exactitud la esencia de estos dibujos liberadores, puros, surreales y primitivos. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de junio de 2007
|