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La pureza del instante Fotografía. Eric Overton. Renacimiento. La Galería. Arte y Diseño. Málaga. C/ Afligidos, 3. Hasta el 3 de junio de 2006. Con una mirada en la que se combina el interés antropológico, científico, documental y plástico, el fotógrafo estadounidense Eric Overton, formado en la Universidad de Utah y en el Brooks Institute of Photography, trabaja principalmente con series, bien sean retratos, figuras humanas, animales, plantas o paisajes, en las que la preocupación fundamental es la captación de la individualidad del objeto y la incidencia de la luz sobre su superficie. Con un blanco y negro en el que también destacan los resplandecientes matices de gris, Overton prefiere los primeros planos y el plano medio, tratando de que su objeto sólo cuando sea estrictamente necesario revele datos del entorno en el que se sitúa. Interesado asimismo por la textura de las cosas, Overton derrama suavemente su mirada a través del objetivo sobre la piel de sus modelos, o sobre el recubrimiento vegetal de las plantas, o sobre el exterior de una roca rugosa y llena de hendiduras. El resultado es de una suave y sobria armonía cromática, tan sólo una gama de grises, de una intensa unidad visual y de una misteriosa poesía, más acentuada cuando decide desenfocar casi imperceptiblemente el campo, dejando un halo nebuloso flotar alrededor del objeto. Una de sus series más características es aquella que bien podría llamarse «antropometrías», pues la representación del cuerpo masculino desnudo, atlético y de una simetría que hunde sus raíces en la estética renacentista, aparece atravesada por pequeñas líneas que indican mediciones y proporciones de índole matemática y numérica. Los cuerpos, generalmente con los brazos extendidos, están como sumergidos en un magma indeterminado, como petrificados en una macla cristalina y translúcida. Otra de sus series más logradas, de una luminosa poesía, es la dedicada a las orquídeas, capturadas por su cámara de tal modo que exhalan una íntima originalidad, distinción y elegancia. Sus formas, suave y delicadamente curvas, se retuercen sobre sí mismas en uno de los ejemplos florales más hermosos de la naturaleza. La serie dedicada al estado mexicano de Oaxaca contiene una poderosa imagen, con su silueta recortada sobre el cálido fulgor del cielo, de un cactus solitario, mudo testigo de un paisaje abrasador y desértico. Pero es en sus retratos, sobre todo en la serie dedicada a Lyubima, donde Overton deja indicios suficientes de la atención concedida a la fisonomía del rostro humano, en este caso femenino, un rostro maquillado surcado de leves sombras que dibuja una forma que roza la perfección. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 26 de mayo de 2006
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