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La deshumanización del arte (José Ortega y Gasset) (1925)
Impopularidad del arte nuevo. Desde el punto de vista sociológico, lo característico del arte nuevo es que divide al público entre los que lo entienden y los que no lo entienden. Para la mayoría de la gente, el goce estético no es una actitud espiritual diversa en esencia de la que habitualmente adopta en el resto de su vida. Por consiguiente, tales personas llamarán arte al conjunto de medios por los cuales se les proporciona un contacto con cosas humanas interesantes. Ahora bien, esa ocupación con lo humano de la obra es, en principio, incompatible con la estricta fruición estética. El objeto artístico sólo es artístico en la medida en que no es real. El arte nuevo es un arte artístico. En el nuevo estilo que en la hora presente observamos, podemos hallar ciertas tendencias que se encuentran conexas entre sí: tendencia a la deshumanización del arte, tendencia a evitar las formas vivas, tendencia a hacer que la obra de arte no sea sino obra de arte, tendencia a considerar el arte como juego, tendencia a una esencial ironía, tendencia a eludir toda falsedad y la consideración de que el arte es una cosa sin trascendencia alguna. Por lo que respecta al arte, hemos de tener presente que para que podamos ver algo, para que un hecho se convierta en objeto de contemplación, es menester separarlo de nosotros y que deje de formar parte viva de nuestro ser. Podemos distinguir, pues, entre una realidad «vivida» y entre una realidad «contemplada». La realidad vivida sería la realidad por excelencia, aquella que supone todos los más diversos aspectos de la realidad que corresponde a los distintos puntos de vista. El artista no se encuentra situado desde esta perspectiva de realidad vivida o realidad humana. El aspecto más característico de la nueva sensibilidad estética no es otro que su tendencia a deshumanizar el arte. El artista, más que ir hacia la realidad, ha ido contra ella. Se ha propuesto deformarla, deshumanizarla. Este arte del que hablamos no es sólo inhumano por no contener cosas humanas, sino que consiste activamente en esa operación de deshumanizar. Este arte del que hablamos evitará por encima de todo lo personal, ya que este es el aspecto más humano de lo humano. El arte nuevo se presenta como negación del arte del pasado. La nueva sensibilidad estética añora, por una parte, un arte puro, ajeno a los ingredientes humanos, y, por otra, se revuelve contra todo el arte del pasado, que es tanto como renegar del arte mismo, expresándose así la contradicción de los nuevos tiempos. El arte nuevo se presenta como farsa, ridiculizando el arte. Para el hombre de la generación novísima, el arte es una cosa sin trascendencia.
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