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Teología de la devastación interior Pintura. Pedro Olalla. Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 21 de abril de 2006.
Esta exposición de
obra última de Pedro Olalla (Málaga, 1955) es el resultado de varios años de
trabajo y de reflexión, en los que el artista se interroga acerca de los
escenarios de la devastación, exteriores pero también interiores al propio
sujeto. Sobre toda la muestra
A esta obra inmensa e inacabada, una metáfora del escenario de la devastación que ha sido la Historia, Pedro Olalla contrapone una pieza excepcional, El laberinto del náufrago, que da título a la muestra. Frente al viaje iniciático, la devastación interior, el naufragio interior, esto es, la inexistencia de una salida a la propia vida. Hay algo de nihilista en esta obra dolorida y sufriente. Algo que nos recuerda a Dostoyevski. Pero también algo que evoca la mística occidental, desde Hildegarda de Bingen a San Juan de la Cruz. Repárese en que el trenzado de estas espinas, una clara alusión al sentimiento de culpa y de pecado, se hace cada vez más grueso, es decir, que mayor es el aprisionamiento del ser. Si antes Pedro Olalla se refería a la contemporaneidad del pasado y a la destrucción exterior, ahora nos habla de la interior. La única manera de salir de ella es contándola, dibujándola, conjurándola, al modo demiúrgico de la magia simpática del pintor primitivo. El procedimiento pictórico llevado a cabo es completamente artesano. Pintado con aceite y acrílico, El laberinto del náufrago está hecho a partir de una capa de pintura acrílica blanca, sobre la que, una vez seca, se aplica, colocando el cuadro en el suelo, el aceite de linaza mezclado con aceite de teca y betún de Judea. La siguiente capa de pintura es pigmento y látex. El resultado es de una extremada pulcritud y limpieza. Una técnica que se corresponde con el silencio. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 31 de marzo de 2006
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