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Contra la imagen homogénea dominante Vídeo, infografía, dibujo digital y caja de luz. Marina Núñez. Informe. Galería Isabel Hurley. Málaga. Paseo de Reding, 39. Hasta el 5 de febrero de 2011.
Los principales intereses intelectuales de la
obra de Marina Núñez (Palencia, 1966) desde hace aproximadamente un decenio
giran en torno a los problemas de la subjetividad, de la definición de la propia
imagen y de los estereotipos icónicos acerca del cuerpo dominantes en las
actuales sociedades postindustriales. Otro tema que también parece preocuparle
extraordinariamente, aunque puede
Pero en la obra de Marina Núñez también hay una reflexión colateral sobre la terminación de un ciclo, un ciclo que no se remonta a los comienzos del Renacimiento y del Humanismo en Italia, sino que se remonta a la civilización greco-latina y después ha continuado con la civilización cristiana occidental hasta hoy. Este amplísimo y decisivo ciclo histórico, en el que sin duda hay que incluir el teocentrismo medieval como una cara complementaria y esencial del mismo, se termina inexorablemente. La agonía es prolongada, muy prolongada, como corresponde a tanta grandeza, o, si se quiere, a tanta miseria, como parece desprenderse de las advertencias icónicas de Marina Núñez. Llevamos decenios de agonía, y, posiblemente, inextricablemente vinculado a esta agonía se esté llevando a cabo una gestación, una gestación de otro modelo que conducirá de manera inevitable a un parto. Por eso piensan algunos, y Marina parece corroborarlo, que estamos en pleno posthumanismo, porque lo que salga de ese parto será un nuevo modelo de hombre, un nuevo modelo de ser humano, muy distinto del que ha caracterizado las sociedades occidentales desde los presocráticos hasta Heidegger. Marina parece tener esperanza en ese nuevo modelo, aunque sólo sea porque no le gusta el anterior, moldeado a imagen del varón. Pero también es muy posible que en ese nuevo mundo posthumanista, ni la metafísica, ni el arte y la arquitectura que toman como medida el hombre, ni la ciencia que se impone ciertos límites morales, continúen teniendo sentido, mejor aún, se diluyan y desaparezcan como desapareció la religión mesopotámica. ¿Qué nuevo tipo de hombre y de ser humano nos espera cuando la pregunta por el ser y el sentido de la trascendencia dejen de tener sentido para los hombres? ¿Cuando la verdadera realidad sea una realidad tecnológica?
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de enero de 2011
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