Interrogantes sobre la especie humana

Instalación. Tim Noble & Sue Webster.

Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 29 de mayo de 2005.

Pertenecientes a la conspicua y agresiva generación de artistas británicos que fueron dados a conocer a mediados de los noventa, Tim Noble (Stroud, 1966) y Sue Webster (Leicester, 1967) se consagraron internacionalmente, gracias a su extraordinario eco mediático, en la colectiva Apocalypse, celebrada en la Royal Academy of Arts de Londres en 2000. Los distintivos de marca eran la provocación, la irreverencia, la capacidad de influir en los medios de masas y la versatilidad de su propuesta, sobre todo, de su técnica y material de trabajo, increíblemente maleable para adaptarse a cualquier circunstancia, haciendo uso de cualquier técnica, material o procedimiento siempre que se aviniese a sus objetivos e intereses. En tal sentido, ya desde el principio de su actividad, la pareja de artistas formada por Noble y por Webster dejan clara constancia de su descaro y cinismo, como cuando permutaron las cabezas del célebre equipo de Gilbert & George por las suyas propias en una serie de carteles que pegaron por varias grandes ciudades, indicando que también ellos querían conocer el éxito, pero de forma rápida.

Después, se hicieron famosos con sus atrevidos y desconcertantes autorretratos, invariablemente presentados como consecuencia de la proyección a modo de sombras chinescas de instalaciones consistentes en considerables montañas de basura, el detritus de nuestra sociedad consumista y opulenta, haciendo gala aquí de una estética del desperdicio, combinada con la disecación de animales, principalmente aves, que guardaba ecos con el funk art y el schocker pop, esto es, aquellas propuestas que a finales de los sesenta y principios de los setenta radicalizaron el assemblage de, por © Tim Noble & Sue Webster. "The New Barbarians", 1997-99. Fibra de vidrio y resina translúcida. 137 x 68,5 x 79 cm. Colección particular, Nueva York, cortesía Modern Art, Londres.poner un ejemplo clásico, Rauschenberg. Lo curioso, no obstante, era que en realidad esas sombras que se proyectaban en el muro no procedían del montón de basura, sino de la colocación estratégica de unos cañones de luz. Unas veces las escenas estaban hechas con una apariencia deliberadamente sangrienta, como cuando un pájaro picotea los ojos de sendas cabezas clavadas en estacas y que no son otras que las de nuestro par de artistas; otras, más abundantes, los autores se entregan a las caricias, descansan relajadamente en un prado o se entregan a la reflexión individual.

A partir de ese momento es cuando hay que situar su actual trabajo, The new barbarians, una espectacular instalación que tiene su origen en la reconstrucción de dos individuos, macho y hembra, de Australopitecus afarensis a partir de la huella dejada impresa por ambos, que permitió a los paleontólogos deducir que uno de ellos dejaba descansar su brazo en el hombro del otro, a modo de primigenia muestra de afecto. La instalación de Tim Noble & Sue Webster se caracteriza principalmente por dos aspectos, ambos fruto de su propuesta que, claro está, altera con una finalidad estética y provocadora la reconstrucción científica: en primer lugar, que ambas figuras de fibra de vidrio y resina translúcida a tamaño real están sin pelo, siendo además sus rostros otra vez el de los autores de la obra; en segundo lugar, que caminan sobre una inmaculada superficie blanca y luminosa en dirección al espectador, como si procediesen de un espacio y un tiempo indeterminados, o incluso de la nada, y avanzasen en dirección al espacio de la sala, mejor aún, en dirección a iniciar una nueva aventura. Porque lo que dejan abierto los autores, y de ahí el carácter polisémico de su obra, es que, más que una pareja identificada con uno de nuestros ancestros, ellos son quizás criaturas posthumanas, evolucionadas como resultado de la casi total extinción de la especie por un desastre nuclear o cósmico. Mientras que él está alerta con su mirada escrutadora, ella mira asombrada a su alrededor, fascinada por lo que descubre. Por eso también hay aquí una supuesta lección de optimismo histórico  –la humanidad siempre avanzando–   y de confianza en la curiosidad intelectual del ser humano   –la humanidad siempre vigilante.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 15 de abril de 2005