El museo oculto

Algunas de las piezas más representativas del recientemente desmantelado Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga

Pintura, escultura y grabado. Obras maestras del Museo de Málaga.

Salón de Columnas del Palacio de la Aduana. Málaga.

Si todavía alguien continuaba albergando dudas acerca de la idoneidad del majestuoso palacio de la Aduana como futura sede del Museo de Bellas Artes de Málaga, esta espléndida exposición, donde se exhibe una cincuentena de piezas rigurosamente seleccionadas y en buena parte restauradas para la ocasión de entre las más de dos mil que constituyen los fondos del citado museo, aunque sólo sea de manera muy incompleta, anticipa sin embargo de modo tan vigoroso y persuasivo la que sería, junto al venidero Museo Picasso, la clave de bóveda de la oferta cultural de la ciudad en el arranque del nuevo siglo, que ella sola se basta para disipar aquellos reparos definitivamente.

Guido Philipp Schmitt. "Alegoría" (1892). Inv. 906. Museo de Málaga.La inexplicable situación a la que se ha llegado en el último año, con el museo clausurado y sus obras almacenadas irónicamente en dependencias de ese mismo palacio al que se niega sea su asiento, sólo cabe entenderla como consecuencia de un cúmulo de despropósitos e interferencias políticas espurias cuya responsabilidad compartida, bien es verdad que en grados diferentes, corresponde exclusivamente a las administraciones central, autonómica y local: la primera, por su autoritario y cerril empecinamiento en no ceder el emblemático edificio barroco-clasicista, desoyendo así el clamor de la ciudadanía y el dictamen de la mayoría de los expertos, quienes han aducido razones de suficiente peso, entre otras su estratégica ubicación en el paisaje urbano y sus envidiables características físicas, favorables a su conversión en contenedor que acogiese las secciones de bellas artes y arqueología del museo, propuesta fundamental que tampoco debería verse en lo sucesivo distorsionada por otras que desde los puntos de vista más peregrinos se han formulado en pro de un impreciso y aleatorio «uso cultural» del edificio (por supuesto que Madrid está en su derecho y posee argumentos sólidos para seguir conservando la propiedad, pero, desde el razonable aserto de que todo en este ámbito es negociable, debería ser más sensible a los intereses culturales y económicos de Málaga, esforzándose en pactar una salida que contemplase la construcción de una sede funcional capaz de centralizar los servicios del Ministerio titular); la segunda, por su notoria falta de previsión a la hora de decidir el cambio de uso de Buenavista, cuyos fondos hoy ocultos gestiona en virtud de sus competencias autonómicas; la tercera, por sus contradicciones y poca firmeza en la defensa del proyecto.

No obstante las enormes dificultades, me resisto a dar el caso por concluido. No sé cuándo llegará el momento oportuno de reconducirlo, pero el beneficio de la ciudad, la dignidad de la colección y el respeto a nuestra memoria cultural así se lo exigen a todas las partes implicadas.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de enero de 1999