El paisaje vacío

Pintura. Lourdes Murillo.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 5 de mayo de 2003.

 

Desde su anterior individual en esta misma galería, hace poco más de dos años, Lourdes Murillo (Badajoz, 1964) ha depurado notablemente su vocabulario plástico, ahora mucho más abstracto y minimalista, ha desarrollado una concepción del espacio más esencial, en algunos lienzos incluso próxima al espacialismo, y ha optado por unas sutilísimas gradaciones cromáticas en consonancia con aquellas inquietudes estéticas.

La pieza central y eje de toda la exposición es un gran políptico formado por cinco lienzos, dos en diferentes tonos de ocre, otros dos pintados en blanco y el quinto completamente negro. Al estar colocado en ángulo, de tal modo que el lienzo negro y uno de los blancos quedan a la derecha, es hacia este lugar donde el contraste cromático se hace más acentuado, percibiéndose una clara bicromía, en definitiva una dualidad a la que no serían ajenos ciertos ecos de carácter simbólico e incluso vinculados a la estética extremo oriental. Pero esa contraposición entre lo positivo y lo negativo desaparece inmediatamente desde el momento en que atendemos a la zona que queda a la izquierda del ángulo, formada por un panel de ocre oscuro, otro blanco y un tercero de ocre más claro, éste último junto al ángulo propiamente dicho. Exquisita y tenue gradación cromática que nos permite leer todo el políptico, de izquierda a derecha, terminando en un panel blanco donde descansa y se sosiega la vista.

Sin embargo, es al acercarnos y contemplar con detalle cada uno de los lienzos, cuando comprobamos el hasta entonces imperceptible dinamismo que recorre su superficie, bien sea con diminutas pinceladas, con líneas garabateadas y enmarañadas o, lo que supone quizás la contribución más lograda, con pequeñas muescas y minúsculos agujeros en la tela, creándose una textura delicada, abierta hacia dentro, poética y libre que, de un lado, relaciona estas obras con el espacialismo de Fontana, y, de otro lado, al extenderse los signos por toda la tela, con la técnica all-over del expresionismo abstracto, como si la autora quisiera ir más allá, hacia donde está el no-lugar, esto es, el infinito.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 22 de abril de 2003