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Hildegund Keul (germanista y teóloga alemana nacida en 1961). Matilde de Magdeburgo. Poeta, beguina, mística. Barcelona, Herder, 2016. Traducción de Almudena Otero Villena (Ceuta, 1974). Edición original alemana en 2007.
*Cronología básica: 1207 / Matilde nace en uno de los numerosos castillos que hay en los alrededores de Magdeburgo, el mismo año que Santa Isabel de Hungría. 1219 / A la edad de doce años Matilde experimenta el «saludo que fluye del Espíritu Santo», su primera experiencia mística. 1230 / Matilde abandona el castillo de su familia y se marcha a la ciudad de Magdeburgo [hoy en el land alemán de Sajonia-Anhalt, a orillas del río Elba]. Allí vive y trabaja como beguina. 1250 / Matilde comienza a redactar su libro La luz que fluye de la divinidad. 1260-1261 / El sínodo provincial de Magdeburgo pone a las beguinas bajo la tutela del clero parroquial y acaba con su autonomía. 1270 / Matilde ingresa en el monasterio de Helfta [unos 60 km al sur de Magdeburgo, junto al municipio de Eisleben, también hoy en el citado land alemán], donde se convierte en maestra de mística. 1282/1294 / Matilde muere en el monasterio de Helfta.
*Matilde escribió su libro a lo largo de varias décadas y lo fue publicando de forma sucesiva (las citas del libro aparecen entre paréntesis, indicando primero la sección o libro de los siete en que se divide, y después el capítulo; por ejemplo: IV, 2). Durante su estancia de unos cuarenta años en Magdeburgo, escribió los seis primeros libros del libro, mientras que el séptimo y último lo redactó ya en el monasterio de la pequeña localidad de Helfta, perteneciente al municipio de Eisleben, a cuyas afueras se encontraba. El libro fue escrito en su lengua vernácula, esto es, en bajo alemán medio, para que pudiera ser leído por el mayor número de personas posible. Estando probablemente Matilde aún viva, los seis primeros libros o secciones de su libro fueron traducidos al latín. No se conserva ningún ejemplar de esa época. *En cuanto a las fuentes, el único texto completo es el que suministra el «Codex Einsidlensis 277», una copia de la traducción al alemánico [alto alemán medio], realizada en el sur de Alemania en el círculo de los «amigos de Dios» al que pertenecía el místico Enrique de Nördlingen, durante la segunda mitad del siglo XIV. Este manuscrito se halla en la biblioteca de la abadía de Einsiedeln, en el cantón de Schwyz, en Suiza. *Matilde recibió una esmerada educación en el castillo de su familia, perteneciente a la nobleza. Se familiariza desde una edad muy temprana con la poesía de los trovadores provenzales [lo que los alemanes denominan el minnesang], así como con la música, el canto, la retórica y la poesía en general. Era muy querida en el seno de su familia, en la que debieron ser importantes las cuestiones religiosas, pues Balduino, hermano carnal de Matilde, ingresó en la Orden de Predicadores (dominicos), apoyando siempre la causa de su hermana. En las regiones de habla alemana, la poesía trovadoresca vivió su apogeo entre mediados del siglo XII y finales del XIII. En esa época la literatura no se lee en voz baja, sino que se entona como recitado. Hasta el siglo XV no hay música instrumental independiente. En la Plena Edad Media, esto es, durante los siglos XII y XIII, la palabra minne («amor» en alemán medieval) está en boca de todos. La minnelyrik o lírica amorosa de los trovadores, sin embargo, es una especialidad de la vida cortesano-caballeresca. La poesía trovadoresca se separa del ofensivo erotismo de la poesía goliarda [los goliardos eran en aquella época estudiantes errabundos que recorrían los caminos del occidente europeo en busca de buenos o notorios profesores de las escuelas catedralicias y de las universidades] y está al mismo tiempo profundamente unida a él. *La palabra «poesía» procede del griego poiein: «crear, hacer, ser creativo». La palabra provenzal trobar significa «inventar». Matilde es una trovadora del amor de Dios. Ella lucha por expresar su experiencia religiosa y llega por este camino al erotismo. Recurre a la poesía trovadoresca para cantar, en una audaz transgresión, el Cantar de los Cantares del amor divino. La obra de esta mística vive del contraste entre lírica trovadoresca y literatura teológica, poesía profana y narrativa bíblica, poesía y religión. *Para Matilde, el movimiento pauperístico, tan vinculado a las beguinas, se encarna principalmente en Santa Isabel de Hungría (Santa Isabel de Turingia, Bratislava, 1207 – Marburgo, 1231). Según nos informa la propia Matilde, el primer punto de inflexión de su vida tiene lugar a los doce años: «Yo, indigna pecadora, fui saludada a la edad de doce años, cuando estaba sola, por el Espíritu Santo, que se derramó con tanta fuerza que nunca más me sentí capaz de cometer un pecado venial grave. El amadísimo saludo ocurría todos los días, y con su amor me hacía desagradable toda la dulzura del mundo, y seguía creciendo de día en día. Esto sucedió durante más de treinta y un años» (IV, 2). Con la palabra «saludo», central en su relato, Matilde nos remite directamente a la Visitación (María saluda a su prima Isabel) y a la Anunciación (María es saludada por el ángel). La Virgen María es el modelo espiritual de las beguinas. Pero, ¿qué significa en Matilde la palabra «saludo», con la que conecta con la historia de la vocación de María? Este campo semántico del saludo define, junto con el relato neotestamentario de la concepción de María, tal como se narra en el Evangelio de Lucas (1, 26-38), la vocación de Matilde. El Espíritu Santo saluda a Matilde, se vuelve hacia ella y le otorga un prestigio. También Matilde está «llena de gracia», es una persona carismática. La llamada se muestra aquí como una efusión del Espíritu Santo, que representa la fuerza vital desbordante, la sabiduría y la audacia. *Dado que Matilde es una mujer, tiene un munt, un pariente (padre, hermano …) que, como tutor, habla por ella y le dice lo que tiene que hacer. Hay mujeres, sin embargo, que, de manera excepcional, tienen una posición jurídica fuerte, como Santa Isabel de Hungría. Pero Matilde no tiene vocación de convertirse en esposa de un hombre. Ella sólo responde del amor que profesa a Dios: «Mi boca está enderezada con tu santo espíritu» (II, 18). Matilde se pone al servicio de la fuerza de vida divina, que quiere tomar la palabra y necesita una voz; se transforma en «virgen del amor de Dios» (III, 3). La vida empieza a florecer allí donde el Espíritu Santo toca a Matilde con su fluir. Eso que Matilde denomina «el saludo que fluye del Espíritu Santo» es la clave de su vida como mística. En ella se muestra el nexo intrínseco entre mística y lenguaje. El saludo del Espíritu es acogido, pero quiere también que ella misma lo ponga en palabras. Con la llamada, la palabra de Dios llega a los oídos de Matilde. Pero sólo en la palabra humana Matilde puede descubrir el sentido que esta palabra tiene para ella. El amor de Dios le arrebata todo: la infancia y la juventud, sus «bienes, amigos y parientes» (I, 1). La visión del Espíritu Santo que viene sobre ella en fluyente luz, conduce a una ruptura con su familia. La ruptura es dolorosa y exigente. El saludo que fluye le da a la joven el valor de romper con lo acostumbrado para que pueda irrumpir lo nuevo. Matilde experimenta que el saludo que fluye «crece de día en día». El significado de la vocación se hace más claro, las palabras vienen a ella. Al adherirse a la palabra de Dios y prestarle su voz al saludo del Espíritu Santo, alcanza la autonomía que necesita para el nacimiento de su obra. Matilde le da la espalda al mundo cortesano cuando tiene aproximadamente veinte años. *El tema «castidad-impudicia» aparece en Matilde de forma recurrente. El medievalista Otfrid-Reinald Ehrismann (Maguncia, 1941) subrayaba en 1995 bajo el epígrafe «castidad / casto (kiusche)» el «campo semántico tradicionalmente amplio de la palabra, en el que la sexualidad representa sólo uno de sus acentos morales, no, como hoy, el punto esencial». En Matilde hay dos términos para la virginidad: juncfrowe y maget, que se complementan mutuamente y remiten el uno al otro. El término juncfrowe tiene la connotación de autonomía, imparcialidad e integridad en el trato de las personas. La palabra maget remite de nuevo al hecho de que esta virginidad se pone al servicio de algo que es más grande que ella misma: ella es, como María, la madre de Dios, una maget. Ambas, autonomía y entrega, se unen en la espiritualidad de Matilde. La renuncia a vivir sus necesidades eróticas es una práctica ascética que se pone al servicio del amor. Este amor se materializa en la unidad del amor a Dios y al prójimo. *Aproximadamente en el año 1230, es decir, poco tiempo antes de la muerte de Santa Isabel de Turingia, Matilde abandona la casa paterna y emprende el camino hacia la pobreza en una ciudad, casi con toda seguridad Magdeburgo. En esta ciudad vive entre treinta y cuarenta años como beguina. Transcurrida la mitad de ese tiempo, empieza a escribir, y allí surge la mayor parte de su libro. *Las beguinas (a las que también se las llamó mulieres devotae o virgines continentes) constituyeron un movimiento religioso pauperístico europeo de mujeres durante todo el siglo XIII y el primer tercio del siglo XIV. El alcance de este movimiento fue también de carácter sociopolítico. Se extendieron por Flandes, Lieja, Brabante, Picardía, Alemania, Suiza, Austria, Bohemia, Moravia, Polonia, Suecia, Cataluña y algunas ciudades del norte de Italia. Sólo en Alemania es posible verificar 636 lugares con unas mil comunidades de beguinas. Alrededor de 1320 viven en Colonia cerca de mil beguinas, esto es, el 15 % de la población femenina. Colaboraron con las Órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos. Algunas beguinas vivieron de manera solitaria o eran vagabundas, otras en pequeñas comunidades y otras en comunidades más amplias y estables, que a veces disponían de una Regla propia (casi siempre tomada de la de los franciscanos) y se dejaban conducir por una superiora. A todas las beguinas las guía la idea de seguir a Jesús en la unidad del amor a Dios y al prójimo. Se ocupaban también de los enfermos y de los ancianos y moribundos pobres. No viven en clausura, no hacen votos perpetuos y pueden volver a abandonar su condición de beguinas para casarse o ingresar en un monasterio. Una aprobación explícita que el historiador, teólogo y obispo Jacques de Vitry (ca. 1160/1170 – mayo de 1240) obtuvo del papa Honorio III, ampara en un principio las comunidades de beguinas desde un punto de vista jurídico. Las beguinas muestran el sentido espiritual de los laicos, que queda oculto por la división entre un estado religioso y uno seglar. La escena de la Anunciación es especialmente importante para las beguinas. A los hombres del movimiento se los denomina «begardos», pero fueron muchos menos y apenas han dejado huella. Entre las beguinas más célebres, además de Matilde de Magdeburgo, están Hadewijch de Brabante, Douceline de Digne y Margarita Porete. *Como hemos dicho, Matilde llega a la próspera ciudad de Magdeburgo con unos veinte años. Lleva consigo su disposición a vivir ante Dios según los tres consejos evangélicos de la pobreza, la castidad y la obediencia. Pero opta por convertirse en beguina, y es por ello una laica que vive como una religiosa. *En 1225 llegan a Magdeburgo los franciscanos, y alrededor de 1230, cuando llega Matilde, se establecen en la ciudad las beguinas. El movimiento pauperístico surge entonces también en Magdeburgo, con una connotación tanto social como religiosa. Matilde colabora con las dos grandes Órdenes mendicantes, sobre todo con los monjes dominicos Enrique de Halle y Wichmann de Arnstein. *La obra de Matilde refleja el perfil de las beguinas en los debates teológicos de la Plena Edad Media. Las beguinas crearon un nexo entre el movimiento pauperístico y las mujeres lectoras, entre laicos y religiosos. Dirigen la vista allí donde los problemas de la fe cristiana son problemas de la vida cotidiana. Matilde nunca fue partidaria del ascetismo fanático, que supone un riesgo para la vida y conduce algunas veces a la muerte. Matilde desarticula la supremacía de la riqueza al situar en el centro la pobreza del Evangelio y al llamar «la luz que fluye de la divinidad» a una clase muy distinta de riqueza. No el dinero, sino el amor, hacer la vida digna de vivirse, el amor a Dios, al prójimo y a sí mismo, que confluyen en la unio mystica, el misterio de la unión con Dios. Sólo quien se expone a la opresiva pobreza de otras personas puede llegar a ser espiritualmente pobre. *En la época de Matilde, el transcurso del tiempo no se calcula en función de los números profanos de los meses, sino en función de las festividades de Cristo y de los santos. *Además de Isabel de Turingia, fue importante en la vida de Matilde otra mujer de su tierra natal, Jutta de Sangerhausen (Jutta de Kulmsee [localidad entonces en el Estado de la Orden de los Caballeros Teutónicos, en cuyo monasterio murió ca. 1260; hoy esta localidad se llama Chelmza, en el norte de Polonia, al sur de Gdansk, antes Danzig] o Jutta de Turingia), monja franciscana de origen noble dedicada al cuidado de pobres y enfermos, actual santa patrona de Prusia. *Cuando Matilde lleva alrededor de veinte años viviendo en Magdeburgo, hacia 1250, comienza a escribir su libro. Lo fue publicando de forma sucesiva. Hasta 1270, año en que ingresa en el monasterio de Helfta, escribió los seis primeros libros de su obra. En el monasterio sólo redactó el último libro, el séptimo, que no conoció su confesor, Enrique de Halle. Todavía en vida de Matilde, su libro se tradujo al latín. En el círculo de los «amigos de Dios de Basilea» en torno a Enrique de Nördlingen, amigo comprometido e impulsor de la mística femenina, se traduce alrededor de 1345 al alemánico [idioma perteneciente a la rama del llamado «alto alemán»]. El libro de Matilde fue el primero en la historia de la literatura alemana revelado en lengua vernácula [materna] de una mulier religiosa. Para Matilde, el amor a Dios no se puede materializar sin el arduo trabajo con y para el prójimo. *Los sínodos celebrados en Béziers [en Occitania] (1299) y en Colonia (1310), pronuncian medidas disciplinarias contra las beguinas. Precisamente el 1 de junio de 1310 fue quemada viva en París la beguina y mística Margarita Porete, considerada hereje por su libro El espejo de las almas simples. En Magdeburgo se celebra en 1260, bajo el arzobispo Ruperto [Roberto] de Querfurt, un sínodo provincial que ordena que las beguinas se sometan al clero parroquial. A partir de 1250 decreció la actividad de Matilde como escritora, justo en el momento en que se inicia el conflicto con las beguinas. Con motivo de la preparación del II Concilio de Lyon (1274), el obispo de Olomouc (en Moravia, al este de la actual República Checa) redacta un informe en el que se queja de «gente, tanto hombres como, sobre todo, mujeres jóvenes y viudas, que, sin pertenecer a una Orden aprobada por el Papa, se comportan, se visten y dicen ser religiosos […] No se unen a ninguna Orden legítima para no tener que obedecer a nadie y para, como ellos dicen, en semejante libertad poder servir mejor a Dios. Pero, por otra parte, se creen también dispensados de la obediencia hacia el clero parroquial, con el que no quieren confesarse ni recibir de él los sacramentos, como si estos fueran impuros en su mano [ya la herejía donatista, surgida en el Norte de África en el siglo IV, consideraba que la validez de los sacramentos sufría menoscabo por la indignidad del sacerdote]. Además, vagan ociosos y locuaces en las ciudades, poniendo de este modo a menudo en peligro su buen nombre y su virtud». En lo que respecta a Magdeburgo, la exigencia del sínodo de 1260 de que impere la subordinación al clero parroquial, aparta a las beguinas del movimiento pauperístico, que no es compatible sin más con la estructura parroquial. También es cierto que, así como Matilde trabaja con los dominicos, otras beguinas se vinculan con los franciscanos y con las clarisas, porque esto concuerda con su espiritualidad de la pobreza. Lo cierto es que las beguinas mantuvieron hasta esa fecha en Magdeburgo una gran independencia respecto del clero parroquial, puesto que disponían de libertad para elegir a su confesor y al monje o sacerdote que les dispensase los sacramentos. Esta independencia es la que la autoridad eclesiástica quiere cercenar. *En su libro, Matilde no se ocupa explícitamente de la resolución del sínodo, pero la rebate con aquello que escribe, pues censura el estado del clero, que se hunde en el orgullo y en la impudicia. Lo que sí hizo es atacar de manera explícita al cabildo catedralicio cuando ella misma apoyó al canónigo Teodorico de Dobin en su nombramiento como deán [cargo que ejerció entre 1262 y 1269]. En su libro, Matilde da a entender en algunos pasajes (II, 24) que, por ese apoyo al citado deán y por sus críticas al clero, sufrió persecución por parte de la autoridad eclesiástica, teniendo probablemente que responder ante un tribunal y excluida temporalmente de los sacramentos. Pero no será condenada, pues están de su lado poderosas personas. *El movimiento pauperístico que se extiende por Alemania no usa el latín, sino la lengua vulgar. El franciscano Gilberto de Tournai, nacido en el condado de Hainaut, escribe en 1273 sobre la peligrosidad de las beguinas. Su ataque tiene como objetivo el uso de la lengua vulgar [la lengua vernácula o materna] en la teología y la exégesis bíblica. El libro de Matilde, escrito en bajo alemán medio, contribuye al desarrollo de la lengua alemana porque quiere nombrar la presencia de Dios en su tiempo. En esto radica la audacia teológica de su escritura. Con el fin de hablar de Dios se convierte en una creadora de lenguaje, en una poeta. A ella se puede aplicar lo que dijo Otto Zirker [1899-1925] en 1922: «La mística es la que realmente le ha destrabado la lengua a la prosa alemana». La escritura de Matilde en la lengua vulgar contribuye a que el alemán se establezca como lengua escrita. También la beguina Margarita Porete escribió en su lengua vernácula, el francés, del mismo modo que la asimismo beguina Hadewijch de Brabante redacta en neerlandés el Lijst [«Lista de los Perfectos», una suerte de apéndice de sus Visones] en los decenios de 1230 y de 1240. Los textos teológicos de las beguinas contribuyeron a romper el monopolio del latín en el discurso acerca de Dios. *La erudición por sí sola no basta para la fe cristiana. La mística es aquella tradición del cristianismo que no silencia las experiencias de impotencia y por ello expresa abiertamente los problemas del poder. Los sermones sobre el Cantar de los Cantares de Bernardo de Claraval abrieron este canto de bodas a la mística, como se pone de manifiesto en la audaz unión de lírica amorosa y discurso sobre Dios que observamos en el libro de Matilde. Ahora bien, a ella no le interesa describir la sexualidad y el erotismo de las relaciones humanas. Lucha más bien por un lenguaje con el que se pueda hablar de Dios de un modo tal que su presencia oculta se haga visible. El erotismo de su lenguaje no remite a una secreta relación amorosa, sino a una íntima conexión entre trascendencia y éxtasis, religión y erotismo. Matilde sigue la llamada del amor y arriesga todo para alcanzar la vida divina. Quien quiere la vida en su máxima intensidad va hasta su límite (y allí se topa inevitablemente con la muerte). *Aproximadamente en 1270 Matilde abandona Magdeburgo y se dirige al monasterio cisterciense de Helfta. Ya desde 1250 las beguinas comienzan a ser consideradas de manera crítica en toda Europa. Los cistercienses sí estaban muy próximos a las beguinas. El monasterio de Santa María de Helfta se fundó en 1229 cerca del castillo de la ciudad de Mansfeld, a unos 62 km al SO de Magdeburgo, en Sajonia. Es en 1258 cuando se establece en Helfta, a unos 13 km al SE de Mansfeld, asimismo en Sajonia. La aldea de Helfta se halla a las afueras de la localidad de Eisleben (a cuyo municipio pertenece), lugar de nacimiento de Martín Lutero. A finales del siglo XIII pertenecía al obispado de Halberstadt (unos 56 km al NO), en la provincia eclesiástica de Maguncia. En el siglo XIII vivieron en Helfta cuatro mujeres que abrieron nuevos caminos a la mística cristiana. Además de la propia Matilde, está Gertrudis de Hackeborn, nacida en 1230 en el seno de una familia noble, que fue abadesa de Helfta entre 1251 y 1291, año de su muerte. Más que mística, fue una promotora y pionera de la misma, preocupándose también por ampliar la biblioteca del monasterio. Su lema era: «Cuando se extinga el estudio de la ciencia, cesará también el ejercicio de la religión, puesto que las hermanas ya no comprenderán la Sagrada Escritura». Junto a Gertrudis de Hackeborn, se encontraba también en el monasterio su hermana de sangre Matilde de Hackeborn (1241 – 1299), directora de la escuela monástica y del coro de las monjas. Su voz era maravillosa; de ahí que la llamasen «Ruiseñor de Cristo». Sus hermanas monjas pusieron, después de 1291, por escrito sus visiones en el libro Liber Specialis Gratiae (Libro de la gracia especial). Por último, Gertrudis de Helfta (Eisleben, 1256 – Helfta, 1302), escritora mística de la cura de almas, discípula desde los catorce años (había entrado en Helfta con cinco años) de Matilde de Magdeburgo (quien con esta discípula y con otras monjas se convirtió en magistra de la mística). Su primera visión de Cristo la tuvo en 1281. Escribió dos obras: el Mensajero del amor divino [Legatus] y los Exercitia Spiritualia. *En Helfta escribió Matilde parte del libro sexto y el libro séptimo de su obra La luz que fluye de la divinidad. La traducción de este libro al latín se realiza en la ciudad de Halle. El libro séptimo y último se ocupa de cuestiones de la vida en el monasterio y muestra la samenunge, la comunidad de las hermanas, como imagen de la vida espiritual. El monasterio admitió a Matilde no a pesar, sino a causa de su libro sobre Dios. Este libro tuvo la fuerza de transformar el pequeño monasterio (entre cincuenta y cien monjas), entonces todavía poco importante, en un floreciente centro de la mística femenina. En el año 1343 Alberto II de Braunschweig [Brunswick] (ca. 1294 - 1358), obispo de Halberstadt, arrasó el monasterio con su ejército, porque se le negó la aprobación papal [Clemente VI] como obispo de esa ciudad. El monasterio de Helfta, además de ser un lugar de oración y de asistencia espiritual, se ocupaba por entonces intensamente en socorrer a los indigentes. Junto al saber de una mística experimentada como Matilde, en Helfta hallamos la disposición de las monjas para situarse en el campo de tensión entre intelectualidad y espiritualidad. Helfta se caracteriza por la lucha conjunta por un nuevo lenguaje en el que Dios tome la palabra. Durante el siglo XIII, Helfta se convierte en una suerte de taller lingüístico de mujeres sobre cuestiones acuciantes que tienen que ver con Dios. Antes de la llegada de Matilde, ya existía en Helfta una orientación hacia el vínculo entre ciencia y espiritualidad, estudio y cura de almas, que se debe al gobierno de Gertrudis de Hackeborn. La pobreza vincula la vida de beguina de Matilde y la espiritualidad cisterciense de Helfta. *Durante los siglos XIV y XV el libro de Matilde alcanza una gran difusión en Europa, pero a partir del siglo XVI su obra fue perdiéndose poco a poco de vista y la propia Matilde fue cayendo en el olvido. Pero su libro no desaparece sin hacer ruido. Su poder de convicción queda patente en 1861, cuando el compositor suizo y músico de iglesia Carl Greith (1828 – 1887) investiga en la biblioteca de la abadía de Einsiedeln (ver supra) sobre la mística en la Orden de Predicadores. Allí cae en sus manos el ejemplar que Margarita zum Goldenen Ring, soltera de inspiración dominica que nació en fecha desconocida y falleció entre 1388-1404, confió a las monjas denominadas Waldschwester [hermanas del bosque] y a finales del siglo XVIII quedó bajo el amparo de la mencionada biblioteca. Este libro desconocido despertó un gran interés en Carl Greith, quien lo clasificó en la categoría de «mística» y se preocupó, como director del coro y organista de la Catedral de St. Gallen, que el bibliotecario, el benedictino Gall Morel (Benedikt Morel, 1803 – 1872), lo editara con rapidez, cosa que hizo en 1869.
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