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La incansable búsqueda de Francisco Hernández Pintura y dibujo. Francisco Hernández Díaz. De lo pictórico y lo lineal. Museo del Patrimonio Municipal de Málaga. Paseo de Reding, 1. Hasta el 12 de junio de 2011.
Hace algo más de un año, en la Sala del
Rectorado de la Universidad de Málaga, Francisco Hernández (Melilla, 1932) nos
adelantaba la profunda renovación formal de su pintura, que ahora completa con
esta extensa e interesantísima muestra en la que se recorren los seis últimos
años de su actividad, si bien se exhiben asimismo algunos dibujos desde 1988. Lo
decíamos entonces y hay que repetirlo con más énfasis si cabe ahora, ya que el
panorama para poder constatarlo es más amplio: Hernández es un pintor incapaz de
permanecer inmóvil o detenido en el tiempo, un pintor que no sólo ha hecho de la
pintura su razón de vivir, sino que está permanentemente
En este sentido, la obra más reveladora es Pareja I, de 2008, un interior nocturno en el que la luz y el color juegan un papel esencial. Lo mismo podríamos decir de Dánae recibiendo la lluvia de oro, de 2009, en general unos cuadros presididos por una simetría compositiva y una no disimulada admiración por los principios que han sustentado el clasicismo, aunque es la forma, bien sea la de los animales o la de las figuras humanas, la que introduce los elementos de ruptura radical. El intento de combinar ambos extremos puede comprobarse en un cuadro sumamente valiente y atrevido, una obra que resume a la perfección las pretensiones conciliatorias de Francisco Hernández: Desenfreno, de 2006, una obra maestra en cuanto conjuga tres elementos aparentemente dispares: las figuras danzantes, el cubo geométrico y el arabesco. Estas figuras humanas encerradas en un cristalino cubo geométrico, no sólo manifiestan una profunda admiración por la herencia del Renacimiento, ya que están hechas a medida del hombre, aunque su desenfreno las vincule más con la gestualidad barroca o incluso con La danza de Picasso de 1925, una obra como todo el mundo sabe decisiva, sino que también expresan su sometimiento al orden y la medida, a esa euritmia y armonía simbolizada aquí por la poderosa figura geométrica que nos remite directamente a los grandes teóricos y tratadistas del Quattrocento. En cambio, Depresión y Nocturno, ambos de 2007, con esa pincelada gruesa y pastosa, pero sobre todo con los profundos huecos que se abren en los cuerpos, enlazan con la pintura de Hernández de la segunda mitad de los sesenta, esto es, con una figuración onírica. Por último, subrayar una vez más que Francisco Hernández es uno de los más excelsos dibujantes, bien sea con grafito o con tinta china, del arte español contemporáneo, un clásico cuya voz plástica tendrá validez eterna. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 21 de mayo de 2011
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