Metáforas sobre la creación artística

Instalación, escultura, pintura, monotipo y dibujo. Federico Guzmán. La fuente de la vida.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 14 de enero de 2012.

Las claves para comprender esta primera exposición individual en Málaga de obra reciente de Federico Guzmán (Sevilla, 1964) se encuentran principalmente en Paul Klee, Walter Benjamin y Ibn Gabirol, con independencia del fuerte carácter espiritual que el artista Federico Guzmán. HOMBRE ÁRBOL. 2011. Dibujo sobre papel. Pequeño formato.sevillano otorga a la obra estética, en contraposición clara con la mediocridad, vulgaridad y crasa ignorancia que ha crecido exponencialmente en las sociedades occidentales, durante tantos siglos incontestable faro cultural y moral de la humanidad. La generalizada pérdida de valores éticos profundos, el desprecio por el pensamiento y por la alta cultura, el relativismo moral exento de dignidad y la indiferencia ante la tradición, contra la que ya advertía Edmundo Burke en sus célebres Reflexiones sobre la Revolución en Francia de 1790, están generando un nuevo tipo de analfabetismo profundo y de una índole tan especial que es posible que se adueñe definitivamente del futuro, al que sólo parece que terminará interesándole la pura representación, la falsificación de la verdad interior del hombre, que es universal y unitaria en su enriquecedora y necesaria diversidad.

Una de las claves de la obra de Guzmán está claramente en la conocida imagen empleada por el pintor suizo para explicar la condición del artista: el símil del árbol. Para Klee, y de esto participa el sevillano, el artista debe aspirar a integrarse en las fuerzas creativas de la naturaleza, de modo que a través de él la naturaleza pueda generar fenómenos nuevos, nuevas realidades y nuevos mundos. Es decir, el artista como una especie de «médium» en comunicación con la naturaleza, de tal manera que en ese símil del árbol, explicitado por Guzmán en un dibujo de un hombre-árbol, las raíces aludirían al orden diverso y múltiple de lo que existe en la naturaleza, el tronco, que es por donde fluye la savia, sería el propio artista, y las ramas serían las propias obras de arte. Por lo tanto, lo que al artista le interesa es la imagen esencial de la creación como génesis. En estrecha comunión con estas ideas está el cuadro que Federico Guzmán titula Ángelus novus, que no sólo es una directa alusión a la escalofriante obra homónima de Klee, sino a la novena de las Tesis de filosofía de la historia de Benjamin, que lo que hace es interpretar de manera extraordinariamente sintética el cuadro de Klee, que representa al ángel de la historia con los ojos y la boca desmesuradamente abiertos y extendidas las alas, volviendo su rostro hacia el pasado, una sucesión de ruinas que se amontonan unas sobre otras. Ése ángel, dice Benjamin, quisiera recomponer esas ruinas, pero un viento huracanado lo impele hacia adelante, hacia el futuro. Ese viento, dice el gran exponente de la Escuela de Frankfurt, es el progreso. Un progreso contra el que se rebela el espíritu romántico que anida en Federico Guzmán.

Pero hay también una pieza central que da nombre a la muestra, una enorme escultura hecha de resina de poliéster, fibra de vidrio, azulejos y un circuito cerrado de agua que genera una especial sonoridad, titulada La fuente de la vida, y que a mi juicio resulta inevitable relacionar con la obra cumbre del pensador judío español Salomón Ibn Gabirol, su Fons vitae, donde estipula la existencia en toda substancia, a excepción de Dios, de una materia y de una forma, es decir, la existencia de una dualidad cósmica, interna, que impregna todo lo creado, de tal modo que en las substancias espirituales la materia es espiritual y en las corporales la forma está corporizada. El intento del gran filósofo judío de origen malagueño no era otro que conseguir conciliar a Plotino con la Biblia, aunque Gabirol se aparta del neoplatonismo cuando se separa de todo emanantismo y explica el universo vinculado a Dios. Lo importante aquí es la recuperación por parte de Guzmán de una corriente de pensamiento que concede capital importancia a la parte espiritual del hombre, a su posibilidad de conciliación con todas las criaturas. Estamos ante un artista que piensa y que sostiene su obra en un sólido discurso teórico, algo cada vez más extraño en estos tiempos oscuros.

 

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de diciembre de 2011