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Epifanía de la máquina y la velocidad Pintura, dibujo, libros y objetos. Futurismo y cuenta nueva. Salas del Archivo Municipal de Málaga. Alameda Principal, 23. Hasta el 10 de julio de 2009.
Constituye sin duda un acierto que el
Ayuntamiento de Málaga homenajee en esta reducida pero encantadora exposición un
movimiento artístico como el Futurismo, la personalísima contribución de Italia
a los lenguajes de la vanguardia histórica. Surgido en
La protohistoria del Futurismo quizá se encuentre ya en revistas como Il Leonardo y La Crítica, fundadas ambas en 1903, la primera por Benedetto Croce en Nápoles, y la segunda por Giovanni Papini en Florencia. Después surgirían La Voce (1908), y, sobre todo, Lacerba (1913), la publicación más destacada vinculada al Futurismo. La adoración desenfrenada de la máquina como fetiche moderno, perfectamente recogida en las conocidas palabras de Marinetti: «Un automóvil de carreras lanzado a toda velocidad es más bello que la Victoria de Samotracia», es lo que impide que el Futurismo tome en consideración la suerte del hombre en el engranaje del tecnicismo moderno, obviando la importante categoría de la «alienación» analizada por el joven Marx en los Manuscritos de 1844, un Marx en el que por fortuna aún no ha prendido la concepción totalitaria. En cuanto al arte, el Futurismo, con su tendencia a la provocación y al escándalo, se anticipa al Dadaísmo, aunque no es un movimiento antiartístico y antivisual como lo fue en no poca medida el Dadaísmo, especialmente el duchampiano, tan conceptualista. También se advierte la influencia indiscutible del Cubismo en el Futurismo, sobre todo el de la secta francesa. Esta muestra exhibe obras de Albert Gleizes y de André Lhote que sólo por el tema, escenas de un partido de fútbol, pueden considerarse futuristas, pues la forma es claramente de ascendencia cubista. La sección más completa de la exposición corresponde a los libros, primeras ediciones maravillosas, como la de algunos textos de Marinetti y de Papini, sobre todo los ensayos de este último, un magnífico escritor injustamente olvidado que terminó abrazando la causa del catolicismo.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de julio de 2009
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