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Gestos imprevisibles Pintura. Manuel Fernández. Bar Sala de exposiciones Qube. Málaga. Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso, 4. Hasta el 7 de octubre de 2005.
La evolución de Manuel Fernández (Málaga, 1977) desde 2001 es un desarrollo cada vez más puro del lenguaje informalista: en este último año ya empleaba el gesto y el trazo firme y vigoroso; en 2003 se insinuaba una leve estructuración geométrica que trababa todos los elementos de la composición, dominados momentáneamente por tintas planas y esbozos de arabescos en los bordes; en 2004, en la serie titulada Syntetique, el arabesco mucho más complicado y sinuoso convive con el color plano derramado sobre la superficie, y a su vez ambos se superponen a un fondo presidido por la improvisación y el azar controlado. Este mismo fondo es el que sobresale ahora, en la serie Diario líquido, una serie donde abundan los cuadros de gran formato, realizados sobre lona plástica con resina vinílica, esmalte, pigmentos y collages en los que usa esa misma lona a modo de formas recortadas rectangulares, estableciendo así una calculada dicotomía entre cierta regularidad geométrica, generalmente aislada y muy integrada en el magma compositivo, y la explosión de color diseminado en manchas aformales. Aquí la concepción de la obra de arte hay que entenderla, no como una representación, sino como una elaboración, esto es, como un objeto real, llevando en cierto modo al extremo, pues de informalismo se trata, aquel cuadro-objeto de los constructivistas y la «física de la poesía» de la que hablaban los surrealistas. Pero no cabe duda que también el pintor traduce en un soporte perdurable, como él mismo afirma, distintas situaciones emocionales, estados invisibles que afloran con un lenguaje visual flexible y abierto, en permanente cambio y transformación. Manuel Fernández ha llegado a calificar estas obras como un «diario visual», o, mejor aún, un «autorretrato psíquico», y, en efecto, en ellas se dibujan la espiritualidad o los estados de ánimo interiores, pero no desordenadamente, agolpándose como si dijéramos las formas y los pigmentos, sino con un equilibrio y una tensión consciente entre las diferentes zonas, que sólo puede ser producto de la intervención del cerebro, al fin y al cabo el único que guía la mano del artista. Diario líquido es la expresión plástica pensada de un joven artista en pos de un lenguaje personal e intransferible. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de septiembre de 2005
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